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JUSTICIA FEMINISTA

Actualizado: 3 abr 2023


Los gritos han cesado por el momento y, aunque lleno de sangre, el campo de batalla parece haberse quedado vacío, aunque solo sea por unos instantes. De fondo se vienen escuchando alusiones a la relación de Irene Montero con Pablo iglesias para descalificar su trabajo en pleno Congreso de los Diputados, sin embargo, no dejan de ser leves rencillas al lado de la cruzada dialéctica que tuvo lugar hace pocos días debido al problema surgido con la Ley del “sólo sí es sí” y la disminución de las penas de los violadores condenados.


Descalificaciones al Ministerio de Igualdad y al Poder Judicial han pintado el panorama las últimas jornadas, aludiendo a la falta de conocimientos, integridad y moralidad mutuamente. Y es que, a pesar de la importancia o no que este asunto pueda llegar a tener, lo cierto es que donde realmente hay que poner la mira es en el conjunto de barbaries que se han cometido contra las palabras durante esta batalla, enarbolando expresiones tan incongruentes como “justicia patriarcal”, “machista”,“sexista” o “feminista”.


Todo esto cuando, en realidad, la justicia es el temple, hábito y conducta de la propia persona y que habría de seguir el principio de la función específica: que cada ser desempeñe la función que le es propia.


El individuo es feliz por la justicia, que se alcanza mediante el imperio de la razón, siendo así la filosofía la verdadera ciencia del político, y la felicidad y la justicia sus secuelas. Esto se debe a que la filosofía persigue y contempla el Bien, y por eso otorga el arte de tratar y conducir bien a los hombres.


Las virtudes se basan en la justicia, la cual se construye sobre


la idea del Bien y ésta genera la armonía del mundo. Así, la justicia se conforma por tres linajes: la prudencia, el valor y la templanza, los cuales, ordenados entre sí, proporcionan la felicidad a través de la virtud.


Por tanto, y aquí estriba el error de esta estúpida batalla, la justicia no es la compensación por haber generado un daño, sino la rectitud interna del hombre. Desde el Congreso y los medios de comunicación nos hablan de una injusticia de un tipo o de otro, cuando, en realidad, ésta es la sedición de uno de los tres linajes que hemos mencionado antes, es decir, la enfermedad, mientras que la justicia sería, por tanto, la salud.


A lo que nos lleva esto no es otra cosa que a la siguiente conclusión: la justicia no puede ser machista, sexista, patriarcal o feminista, porque sino no sería justicia, ésta es algo muy distinto que parece que no logramos entender. Una actitud puede ser injusta, pero no la justicia en sí.


Continúen con su cruzada ideológica, a mí, personalmente, me es indiferente quien gane o quien pierda, pues creo que no hay ningún bando con una justa causa, pero, por favor, mientras luchen, respeten la palabra y la filosofía, pues sólo ésta última nos puede sacar de este embrollo cargado de embustes en el que ustedes nos han metido defendiendo ese terrible cáncer social al que llaman modernidad.




 
 
 

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